En la madrugada de este domingo, 8 de diciembre, ocurrió un hecho histórico para Medio Oriente. Los grupos opositores de Siria se tomaron la capital y derrocaron el gobierno del presidente Bashar al Assad. Después de 13 años de guerra, los sirios salieron a las calles a festejar la caída de un régimen que llevaba más de dos décadas en el poder.
A partir de lo ocurrido, el mandatario sirio huyó del país y se refugió junto a su familia en Rusia. El Ministerio ruso de Relaciones Exteriores afirmo que “Bashar al Assad abandonó el país tras mantener negociaciones con otros participantes en el conflicto armado”. Rusia ha sido uno de los aliados del régimen desde sus inicios en el año 2000, por lo que le concedió el asilo al presidente.
Por otro lado, en Siria se establecerá un gobierno de transición que estará encabezado por Mohamed Bashir. Esta administración estará a cargo de la milicia Hayat Tahrir al Sham (HTS), grupo que también fue responsable de la ofensiva militar que sellaría el triunfo sobre el gobierno de turno
En el ámbito internacional, existe una incertidumbre latente sobre cómo será el nuevo gobierno, pues vale recordar que esta milicia solía ser un filial de Al Qaeda. Puntualmente, Estados Unidos teme que no se respeten las promesas sobre un gobierno justo y veedor por los derechos civiles. Además, hay preocupaciones con respecto a la influencia que pudiera llegar a tener el Estado Islámico en todo este nuevo periodo de la historia de Siria.