Un camión cisterna reparte agua en las empinadas calles de La Calera, vecina de la capital colombiana Bogotá y en diferentes localidades de la ciudad. Desde hace semanas, esta región considerada rica en recursos hídricos sufre una escasez sin precedentes por el fenómeno de El Niño y el cambio climático.
El culpable es el fenómeno climatológico de El Niño, que desde principios de año causa estragos en Colombia, especialmente en el centro andino y frío que según el ministerio de Ambiente ha llegado a «temperaturas inusitadas» de hasta 24 grados centígrados.
En Bogotá y los demás municipios afectados por el racionamiento, los barrios no tendrán agua durante 24 horas cada 10 días dependiendo del turno que les corresponda. «La situación es crítica», reconoce el alcalde, Carlos Fernando Galán.
En dos semanas, las autoridades evaluarán si se extiende la medida. Galán no descarta que la emergencia continúe hasta finales de año, con restricciones más blandas.
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En enero, la falta de lluvias ocasionó cientos de incendios forestales en Colombia que consumieron unas 17.100 hectáreas de bosque. En la capital, los cerros orientales de la ciudad ardieron por varios días.
Decenas de colegios, empresas, entidades del Estado, hospitales y habitantes en Bogotá, que les correspondió el primer turno, tuvieron que abastacerse del líquido en jarras, aunque la recomendación fue no derrochar agua, porque el gasto podía ser mayor y eso es lo que intentan evitar a toda costa las autoridades capitalinas.